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Como diría Facundo Cabral:

 

"No soy de aquí ni soy de allá"...

Nací en Barcelona - España, el 3 de febrero de 1983, mis padres y mis ancestros son ecuatorianos, por lo tanto me siento, me desenvuelvo y consto en las actas públicas como un ecuatoriano más. Crecí en el Ecuador, entre Guayaquil, Quito y Ambato. Si habría podido elegir en donde nacer, habría elegido Ambato, pues es la ciudad de la que mejores recuerdos tengo; todos ellos o casi todos de la infancia. En todo caso Quito, es la ciudad en la que viví, la mayor parte de mi vida; más de 25 años. Por haber heredado como todo buen quiteño, los colores del mejor equipo de fútbol de la ciudad, además del acento y dialecto, soy Quiteño y me siento orgulloso de serlo.

 

Estudié en un colegio privado de la capital, hice un semestre de derecho bajo la presión psicológica y moral de mis padres. Cuando iniciaron mis años de rebeldía, me cambié a la carrera de periodismo, siempre con el apoyo, pero bajo la mirada escéptica de ellos, la misma que paso de escéptisismo a angustia y desesperación, cuando les mencioné que había decidido hacerme fotografo autodidacta e independiente. Y le jodí a mi viejo hasta que me compró mi primera cámara. Tengo que decir; en favor de la preocupación de mis padres y un poco apenado, que en mi País la carrera de fotografía, ni siquiera está reconocida como tal por el Estado. Con lo cual, la posibilidad de estudiarla profesionalmente no existe.

 

Siempre pensé que el periodismo más que una profesión es un oficio, como el oficio de pintor, de ebanista o de zapatero, por esta razón nunca consideré indispensable; aunque sí muy importante el título profesional para poder ejercerlo. Considero que para desenvolverse bien dentro de un medio del medio periodístico, lo realmente importante e indispensable, es sentir esa necesidad de denuncia ante lo injusto y tener la capacidad, de no dejarte seducir por el dinero ni el poder en ninguna de sus manifestaciones; aunque para poder llegar tranquilo a fin de mes, haya también que tener la capacidad de recurrir a la práctica de otro tipo de fotos, como las publicitarias, institucionales o las de ventos sociales. Ya que desgraciadamente en América Latina, el foto periodista no es precisamente el profesional mejor pagado de la sociedad.

Dentro de la vida de fotoperiodista autodidacta e independiente, no me ha ido mal, la profesión me dió muchas alegrías y satisfacciones, además de uno que otro susto. Tuve el mayor honor que puede tener un hincha del fútbol y el privilegio que tiene el fotógrafo cuando está al filo de la cancha, entre los jugadores y la hinchada, sintiendo y fotografiando el sacrificio y sudor del futbolista, pero también el sentimiento de dolor o de alegría de toda una multitud apasionada. En el 2008 gracias a la fotografía y al periodismo, pude ser testigo de como el equipo de fútbol de mis amores, la Liga Deportiva Universitaria de Quito, levantaba la Copa Libertadores de América, desgraciadamente me quedé sin los archivos de la mayor parte de esas imágenes. Cuando; como a casi todos los foto reporteros de la ciudad de Quito, los amigos de lo ajeno me arrebataron absolutamente todo mi equipo, incluida mi computadora y disco duro, apuntandome con una pistola en la cabeza. Cuando terminaba  mi jornada de trabajo, al ritmo de un político en campaña. Esto marcó mi vida ya que comprendí que la delincuencia, al menos en mi país, era un tema no menor con el que debemos lidiar los reporteros gráficos. Fue un viernes 27 de febrero del 2009, aproximadamente a las 18h30.  

 

Otra cobertura que marcó mi vida, fue la cobertura del casi golpe de estado del 30 septiembre del año 2010. La Policía Nacional se había revelado al gobierno y los fotógrafos tuvimos una jornada completa de cruce de gases y balas, entre quienes defendían y protegían al Presidente de la República y quienes intentaban matarlo, o al menos derrocarlo. A pocos metros de donde yo estaba, hirieron de bala a un camarógrafo y cerca de él habíamos al menos seis o siete reporteros más cámara en mano; sin contar a enfermos, enfermeras, médicos y civiles, ya que todo esto fue dentro de un hospital. Ese día murieon más de 10 personas y hubo cerca de 400 heridos en toda la ciudad de Quito por las protestas. Esa cobertura fue sin duda, de esas que te hacen sentir feliz de estar vivo, agradecido y orgulloso de ser foto periodista. Aunque por esa jornada de trabajo de casi 24 horas seguidas me pagaron tan solo 30 USD, al cambio actual chileno unas 20 lucas.   

 

Actualmente vivo en la ciudad de Santiago de Chile, decidí que hay que salir con el objetivo de profesionalizar mi carrera de fotógrafo, y mi oficio de periodista; pero principalmente con el objetivo de crecer, nutrirme y de aprender de la generosa y amable sociedad Santiaguina...

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